En cuanto a las cosas desagradables que contienen vuestra carta, os responderé con la fiel exposición de mis sentimientos. El interés que tomo por las personas no tiene término, cuando las personas os recuerdan. Lo que vos habéis inspirado a todos esos que han sabido apreciaros no cesará en mí hasta que no tome nada más, pues no conozco a nadie más digno que vos de excitarlo... Agregad a eso que la bondad que ha siempre brillando en vuestros modos a mi ver me ha hecho de algún modo un deber, y que, para abjurar ese sentimiento, hace falta que sea al mismo tiempo injusto e ingrato: no quiero ser ni lo uno ni lo otro.
Arrás, 6 de junio de 1787.